

-¿Sabes lo que hacían las personas en el pasado cuando tenían secretos que no deseaban compartir? Subían a una montaña, buscaban un árbol y tallaban un aguejero en él. Luego, susurraban el secreto, en el aguejero. Lo recubrían con barro y de ese modo nadie, de entre las personas afines a él, descubrirían el secreto.
-Yo seré tu árbol, dímelo y nadie se enterará jamás.